Y me pierden... Poco a poco, cada día un poquito más... y puede que avance lento, o no, según cómo lo mires. Pero si está clara una cosa: es irreversible.
Así que el año que viene no los echaré de menos. Porque ya los echo de menos ahora, que están a cinco o seis metros de mí, dos tabiques a la derecha. Aunque a mi se me hacen un abismo. No saben nada de mí. Ni la música que escucho cada mañana, ni la nota de mi último examen, ni cuáles son mis sueños o a qué aspiro en esta vida. No sé, esas cosas que unos padres suelen saber.
Solo deseo que el día de mañana mi hija no se sienta tan sola en casa como me sentí yo gran parte de mi adolescencia en la mía. Que cada vez que necesite un abrazo, me tenga ahí. Que cuando necesite llorar lo haga conmigo; no por mi.
En la vida no se puede tener todo, pero hay que aspirar a ello, porque la felicidad no es una meta sino un estilo de vida ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario