El hambre supone para mí un gran indicador de mi estado anímico. Y está bien así, es parte de mi persona. También ha vuelto el apetito sexual, el social.. Es un gran avance. Para sentirme plena primero tengo que tener ganas, tener apetito.
Hace poco una amiga me recordaba lo cariñosa que solía ser (y poco a poco vuelvo a serlo). De estas personas que dan un abrazo sin más, besos a diestro y siniestro que llenan cualquier momento vacío y sacan sonrisas. Sonrisas del fondo del alma. Eso solo lo consiguen esos besos, los que no son los dos típicos para saludar o despedirse, ni por un cumpleaños o para felicitar cualquier otro evento. Los que no están restringidos a momentos puntuales y saltan fuera de los límites que estipulan las normas sociales. Besos que están más ligados a lo emocional que a lo racional, cómo es lógico, si tenemos en cuentan que son muestras de afecto.
Son besos que salen solos y no tienen más por qué que el de te aprecio de verdad. Quizás cuando nos dan un beso de estos, en la mejilla, en la frente (estos fueron siempre mis preferidos); no nos paramos a pensar en todo esto y desglosar su verdadero significado. Pero en el fondo de nuestra alma sí que lo sabemos, claro que lo sabemos, ¿si no cómo explicar esa sonrisa automática que se dibuja en nuestra cara?. Supongo que es de esta información que procesamos a nivel del subconsciente.
Jodido
,y a la vez bendito,
subconsciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario