lunes, 10 de junio de 2013

Insomnio

...Que si me quita el sueño, sea porque está acostado a mi lado...

Anoche la presión era tal que sentía que la habitación me asfixiaba. Eran más de las cuatro de la mañana, pero necesitaba salir a que me diera el aire. El barrio entero estaba sumido en un silencio absoluto. Tan solo respiraciones profundas de quienes duermen a pierna suelta, de aquellos a los que nada les quita el sueño. Me senté en un bordillo cualquiera de una casa cualquiera y encendí otro cigarro. Y qué paradoja, parecía que calada tras calada quién se consumía era yo, y no el cigarro. Entonces decidí que quizás sería mejor caminar un poco por aquella ciudad desierta. Y recordé aquella noche, hace casi un año: la misma persona, en el mismo lugar. Aunque puede que no fuera la misma persona.
Aquella noche, lloraba amargamente. Tanto, que un par de chicos se acercaron a preguntarme si todo estaba bien, si necesitaba ayuda. Yo solo necesitaba un abrazo, pero no era lo más inteligente pedirle eso a unos desconocidos. Y aunque les contesté no de la mejor forma posible, ellos se quedaron hasta que me tranquilicé y les prometí que volvía a casa. Tenían razón, mi barrio no es el lugar idóneo para una adolescente sola de madrugada. Aquel día volví a creer en las buenas personas.
Ahora ya no lloro, sino que me quedo en silencio. Callada, muy callada. A veces, si alguien prestase la suficiente atención, podría escuchar como grito, pero ya nadie se fija en esos detalles. Me pregunto si soy la única que se siente tan perdida en este puto mundo, la única que aún no ha conseguido encontrar su sitio. Al menos se lo que busco, y eso, me guste o no, tiene que ser suficiente para conciliar el sueño hoy. Tiene que serlo, porque no tengo nada más.


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