Aquí sigo, como tantas noches, disfrutando de un cigarro en la ventana de mi cuarto. De un cigarro y de un momento de reflexión. Es de esas veces que necesitas pararte para saber dónde estás, volver la vista atrás para observar el camino recorrido y, finalmente, mirar hacia delante y hacerte a ti misma esa fatídica pregunta: "¿Y ahora qué?"
Ahora, ahora mismo daría lo que fuera por tener a alguien ahí, y estar con él acurrucados en un sofá viendo una peli juntos. Pero no hay nadie, sólo estamos yo y mi soledad, esa que no me abandona, que se empeña en no dejarme sola.
Me cuesta tanto empezar con alguien... Me da tanta pereza volver a pasar por todo el proceso previo de conoceros hasta llegar a ese nivel de confianza en el que te sientes cómoda con la otra persona en cualquier momento, en cualquier situación.
Me da miedo. Sí, miedo a volver a engacharme a alguien y que me dejé tirada. Tirada. Como las colillas de mi tejado. Te encienden, te consumen y te tiran. A eso se dedican muchos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario